Que tus palabras ayuden
Una de las cosas en que más tengo que trabajar todos los días es la forma en que me expreso, y es que teniendo a mercurio en retrógrado en mi casa de las comunicaciones parece que fuera un reto de toda la vida que muchas veces siento que no lo logro. Pero por eso mismo también siento que en el proceso he aprendido algunas cosas valiosas en el camino que me han hecho tomar consciencia de cuál es la mejor forma de ayudar a otros con las palabras.
Vuelvo y repito, es algo que me cuesta mucho en el área de mis relaciones cercanas pero que intento trabajar día a día por lo que estas son algunas sugerencias y claro está, no soy perfecta y también he cometido estos errores pero creo que estos puntos te pueden ser de mucha ayuda.
[Tweet «Que tus palabras sean dichas desde el corazón y ayuden realmente a quien las escucha. «]
Que la empatía siempre esté presente: A todos nos cuesta este punto, pero la empatía, que es algo así como ponerse en los zapatos del otro, es un buen comienzo para ayudar a los demás a través de nuestras palabras. Cuando podemos sentir lo que el otro siente y ver una situación desde su perspectiva es más fácil que lo que digamos ayude en vez de hacer sentir mal al otro. Quiero aclarar que no se trata de darle la razón en todo a los demás sino más bien de sentir al otro desde el corazón, de saber que las palabras dichas desde ahí realmente pueden ser un bálsamo para quien las recibe.
No hables desde tu privilegio: Esto es algo que muchas personas hacen sin darse cuenta y sienten que así ayudan, pero la verdad me he dado cuenta con el tiempo que a veces esas palabras son las que menos ayudan. Hablar desde el privilegio es asumir que todos tenemos las mismas condiciones, dentro de esto se pueden encontrar frases como «los pobres son pobres porque quieren» o demeritar al otro sin estar en su posición, por ejemplo las personas sin hijos que critican cómo crían sus hijos los demás o las personas con trabajo estable y buena posición económica que asumen que todos pueden tener lo que ellos tiene de la misma forma. Claro, todos tenemos muchas capacidades, pero antes de «dar tus palabras de inspiración» revisa si estás hablando desde tu privilegio y lo haces para sentirte mejor tú o si realmente lo haces para ayudar a la persona que tienes al frente.
Deja que tu compasión te guíe: La compasión es prima hermana de la empatía y es la capacidad de entender el sufrimiento de los demás pero además tiene otro componente que es la solidaridad. Ser compasivo es entender que todos estamos conectados, que todos estamos en este camino y que por ello debemos apoyarnos, traducido en las palabras eso significa que cada vez que hablemos pensemos en si esas palabras realmente servirán de algo y sobre todo cómo nos sentiríamos al oírlas, cómo estamos apoyando a quien las está escuchando y si realmente estamos siendo compasivos y comprensivos con quien tenemos al lado.
Deja el ego de lado: A todos nos gusta ver cuánto hemos progresado y de hecho creo firmemente que es bueno darse crédito por todo el camino que cada uno de nosotros ha recorrido, el problema es cuando asumimos que por haber hecho una cosa de x o y manera, todos tienen que hacerlo de esa misma forma y además lo ponemos siempre como el único camino para lograr algo o peor, cuando en el proceso demeritamos el camino de los demás y anulamos su sentir. El ego no es el enemigo pero muchas veces se sale de control y no ayuda cuando queremos comunicarnos, sobre todo cuando también queremos ejercer un control o «darle una lección» a alguien que vino por nuestra ayuda.
Habla desde el corazón: El resumen de todo este artículo sería esta última parte, cuando hablas desde el corazón, tus palabras siempre van a ayudar porque es en esa conexión corazón a corazón en la cual se encuentra la empatía por el otro, cuando se respeta su proceso y el ego queda a un lado. Cuando se entiende que todo lo que decimos tiene un impacto en los demás y lo hacemos de verdad desde el corazón se está en el camino correcto para ayudar a los demás con nuestras palabras.
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