Querido Universo
Desde pequeña siempre tuve una sensación sobrecogedora cuando veía la Tierra en la primera foto que se tomó desde la Luna, de hecho es una sensación que no se explicar del todo y que a veces he confundido con miedo, pero no es del todo cierto, es más como un llamado profundo, como si allá afuera hubiera una verdad escondida y como si en el basto silencio del espacio se escondiera toda la luz y toda la oscuridad que también existe en mi interior.
[Tweet «Hay algo sobrecogedor en el espacio, algo misterioso que nos recuerda nuestra propia naturaleza.»]
Tal vez por eso últimamente, cuando me angustio por algo, cuando la “vida real” se vuelve demasiado real y cuando me siento fuera de centro empiezo a buscar imágenes de galaxias y planetas lejanos, porque eso me recuerda que yo sólo soy un suspiro en el tiempo, un grano en un desierto inmenso, una gota en el mar, y que al mismo tiempo yo también hago parte de todas las maravillas que se encuentran allá afuera, me doy cuenta que estoy parada en un planeta que gira a 1,700 kilómetros por hora y que hay algo que me sostiene en él, entiendo que estamos en la posición perfecta porque no estamos tan cerca como para que el Sol nos queme ni tan lejos como para que haya demasiado frío y finalmente miro al cielo y veo que tenemos una atmósfera que nos protege de todo lo que hay en el espacio exterior.
Cuando me doy cuenta que los planetas están en constante movimiento, girando sin chocarse unos con otros, cuando veo las formas perfectas de las estrellas y las formas maravillosas de las galaxias, cuando veo la inmensa oscuridad salpicada de los colores de los gases que hay afuera, entiendo que todo es perfecto y que no hay nada demasiado grande ni demasiado pequeño como para que no cumpla su papel dentro de este hermoso y misterioso Universo.
Y todo esto va a que a veces se nos olvida la grandeza que hay en cada uno de nosotros, se nos olvida que somos polvo de estrellas y que los problemas del día a día no son lo más importante, y no es para que los minimicemos o desechemos su importancia, sino para que nos demos cuenta que cuando miramos un poco más allá de nuestro pequeño mundo podemos entender que en nosotros también habita la misma fuerza que crea galaxias, que tenemos codificada la misma inteligencia que hace que los planetas no se estrellen y que también somos la máxima expresión de la belleza de ese inmenso Universo del cual también hacemos parte.
Imagen principal: Nebula de Orion capturada por el Telescopio Espacial Spitzer © NASA